Comentario
Los Reyes Católicos están indisolublemente ligados a medidas tan significativas, y por supuesto tan polémicas, como el establecimiento de la Inquisición y la expulsión de sus reinos de judíos y mudéjares. Así las cosas, da la impresión de que con las disposiciones que adoptaron pusieron punto final a la fructífera convivencia de las tres castas, que tradicionalmente se ha predicado de los tiempos medievales. Ciertamente el tema es mucho más complejo de lo que parece a primera vista, toda vez que la historiografía reciente ha establecido muchos matices a la supuesta tolerancia de la época medieval.
Por lo demás, a poco que ahondemos en el problema llegaremos a la conclusión de que las relaciones entre las tres castas, particularmente entre los cristianos y los judíos, eran sumamente turbulentas desde el siglo XIV cuando menos. Los sucesos del año 1391, ya lo vimos páginas atrás, marcan un hito decisivo. Desde aquella fecha se fueron encadenando dos problemas diferentes pero conexionados: el estrictamente judío y el converso. Mientras los hebreos que aún subsistían se deslizaban inevitablemente por la pendiente, que terminaría con el fatídico decreto de expulsión de 1492, se ponían los cimientos del tribunal de la Inquisición para perseguir a los falsos conversos. La implacable lógica que se había impuesto llevaría, algunos años más tarde, a adoptar con los mudéjares idénticas medidas a las tomadas antes con los judíos.